RUMBO A MELILLA, paleando que es gerundio.

Carlos Toro

 

Cuando el jueves 26 de julio de 2018 comenzamos a palear a media mañana sobre nuestra tabla Mistral de paddle surf, dejábamos atrás más de un año y medio de gestación del Desafío Solidario Mar de Alborán.

 

Docenas de reuniones con patrocinadores, instituciones, gente de mar que se apuntó al proyecto sin pensarlo mucho, colaboradores que deseaban ayudar en lo que pudieran y personas imprescindibles para llegar a ese día en condiciones de poder afrontar un reto deportivo inédito que se envolvía de solidaridad. Todo tenía el sentido de recaudar donativos en favor de Cruz Roja y, con ello, ayudarles en su labor de asistencia a inmigrantes que se la juegan en ese Mar.

 

Juan Luís Torrecillas, Carlos Rumbado y Carlos Toro eran los tres deportistas que se relevarían sobre una tabla de paddle surf para alcanzar en tres días y medio, las costas de Melilla, saliendo desde Málaga y pasando por la Isla de Alborán como homenaje a la Armada Española y la magnífica labor de salvamento marítimo en ese Mar de Alborán.

 

Después de retrasar la salida en dos ocasiones, a la tercera sería la vencida. La aventura comenzó con un primer sobresalto dado que el Fénix, velero que serviría de apoyo del Desafío, había perdido a Carlos Toro en su primer relevo saliendo desde la playa junto al Real Club Mediterráneo de Málaga.

Esas dos primeras horas de paleo daban pistas a todo el equipo de lo que pasaría durante las próximas horas. Juan Luis y los dos Carlos se relevaron con ímpetu y generosidad para completar una jornada de unas diez horas y casi la mitad de camino entre Málaga y la Isla de Alborán. Esa noche no dormimos nada.

 

El motor del velero, que se mantuvo toda la noche cercano a las coordenadas que marcaban el fin del día, nos impidió pegar ojo. El viernes salimos al amanecer, convencidos de que sería un día duro pero con viento creciente, por lo que había que darlo todo para ir ganando camino. Seguimos el rumbo que Ángel Medina nos marcó en la carta náutica, para aprovechar el límite de las corrientes que podían favorecer nuestra cadenciosa marcha. A la postre, comprobamos que fue un gran acierto.

 

Acompañados en diversas ocasiones por delfines, que curioseando saltaban junto a la tabla, completamos una jornada de quince horas y casi cien kilómetros. Conseguimos dejar atrás la Isla de Alborán a media tarde y aún avanzamos hasta casi la mitad de la distancia que nos separaba de Cabo Tres Forcas, donde pensábamos erróneamente que estaríamos algo más resguardados del fuerte viento de poniente que nos acompañaría en la jornada del sábado y que, afortunadamente, no había sido tan fuerte durante esta jornada.

 

El sábado fue un día duro, tal como se preveía arreció el poniente y fue subiendo tanto que a final del día hacia prácticamente imposible remar sobre la tabla. Hasta entonces, habíamos relevado con el ánimo de ver mucho más cerca la consecución del Desafío pero temerosos por el viento que nos castigaba más a cada hora que pasaba. Debilitados por la falta de descanso pero deseosos de conseguirlo y psicológicamente fuertes, dejábamos para el último día los aproximadamente 8 kilómetros que separan Cala Blanca de Melilla. El domingo 29 de julio los tres palistas y el magnífico equipo que les acompañaba, entraron orgullosos en el puerto de Melilla bajo un impresionante recibimiento por parte de la Ciudad Autónoma de Melilla y de sus habitantes.

 

El reto deportivo estaba conseguido, nadie lo había hecho antes y comprobamos que era posible. El reto Solidario, por desgracia, será mucho más difícil de conseguir.

Para colaborar, se puede hacer en el apartado de «Fin Solidario» de www.paladassolidarias.com

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